Trozo de cielo,
ultrajado por la
deriva de los pudientes
antojos;
ya no te redimen
los santuarios caseros.
Si fueras la brecha
que une las partes,
serías rescoldo de
ésos ojos sin brillo.
Ahora eres la lucha
que se libra en un
solo pecho; los
gladiadores ya inventaron
la revolución y la
ganaron.
Acaso te queda la
satisfacción de haber
entregado todo; tanto
que ya no recuerdas
cómo rezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario